Dice la leyenda que el ermitaño Fray Joan Garí recibió el encargo de librar del diablo el cuerpo de la hija del conde Guifré. Pero el diablo lo tentó y Fray Garí violó y asesinó a la hija del Conde. Una vez se dio cuenta de lo que había hecho fue a Roma a buscar el perdón del Papa. Este escuchó el relato de Fray Garí y le perdonó sus terribles pecados imponiéndole por eso una penitencia: Tenía que andar a cuatro patas hasta que un niño le dijera "Garí, ponte derecho, tus pecados te son perdonados".
Fray Garí volvió a Montserrat cumpliendo la penitencia impuesta por el Papa. Llegó curvado y con el cuerpo tan deformado que casi no parecía un hombre. El Conde Guifré organizó una cacería por Montserrat y allí encontraron a Fray Garí. Nadie lo reconoció y se maravillaron tanto de su aspecto que se lo llevaron en Barcelona dentro de una jaula para exhibirlo a la Corte. Días después, la mujer del conde Guifré parió un hijo que ocho días más tarde se acercó a la jaula de Fray Garí y le dijo "Garí, ponte derecho, tus pecados te son perdonados".
Guifré y Garí se dirigieron a Montserrat, al lugar donde Garí había enterrado a la hija del Conde. Allí exhumaron los restos para llevárselas a Barcelona y milagrosamente encontraron el cuerpo incorrupto de la chica. Había sido salvada por la Virgen en el último momento.
La cueva de Fray Garí se encuentra situada a la banda del risco y a unos veinte metros de altura del Camino de San Miquel.